Se denomina insuficiencia cardiaca a la incapacidad del corazón para bombear sangre suficiente para cubrir las necesidades de todos los tejidos y órganos. Las causas de esta enfermedad pueden ser muy diversas: válvulas del corazón defectuosas, enfermedades del miocardio, infestación de parásitos y otras alteraciones cardiacas que pueden afectar a nuestra mascota.
Existen dos tipos de insuficiencia cardiaca: congénita, es decir, heredada y adquirida. Si es congénita, nuestro animal la sufrirá desde el nacimiento, aunque es una enfermedad que afecta a pocos perros y gatos y que se suele detectar cuando el animal es joven durante alguna revisión rutinaria. Es mucho mayor la incidencia de las cardiopatías adquiridas, que se dan sobre todo en animales con más de cinco años de edad.
Dependiendo de la especie, son más comunes unas afecciones que la provocan. En los perros lo normal es que sea debida a afecciones de las válvulas del corazón, mientras que en los gatos suelen deberse a alteraciones del miocardio, el músculo del corazón.
Todo ello genera una sintomatología muy característica en el animal, en la que podemos encontrar falta de apetito, decaimiento general y disnea, que es la dificultad para respirar que suele aparecer después de hacer algún tipo de ejercicio y por las noches, cuando está tumbado, aunque no haya realizado ningún tipo de ejercicio.
En el momento que observemos varios de estos síntomas, deberemos llevar a nuestra mascota para que sea examinada por el veterinario. Éste, para evaluar el grado de gravedad de la enfermedad del animal le realizará diferentes pruebas.
El tratamiento suele consistir en medidas para mejorar la capacidad respiratoria del animal y favorecer el normal funcionamiento del corazón, todo ello acompañado de una dieta específica para animales con cardiopatías.