Normalmente asociamos a los caballos con las carreras, la velocidad o los concursos de saltos. Sin embargo, existen otras disciplinas que nos permiten disfrutar de toda la belleza, nobleza, armonía, agilidad y elegancia de este animal, como la doma clásica o dressage, que se considera una de las disciplinas más perfectas dentro del mundo del caballo.
Con la doma clásica conseguimos que el caballo esté totalmente tranquilo, respondiendo en todo momento a las órdenes de su jinete, hasta lograr una sincronicidad perfecta entre ambos. No es una disciplina sencilla, ya que requiere muchas horas de entrenamiento pero el resultado, tanto para el jinete como para quienes contemplan el espectáculo, merece realmente la pena.
Se cree que la disciplina de la doma clásica se originó en el entrenamiento militar que practicaban los jinetes de la antigua Grecia para no tener problemas con los caballos una vez estuvieran en el campo de batallas. En algunos textos del historiador griego Jenofonte podemos encontrar descripciones de pasos de doma que se siguen utilizando en las competiciones actuales. Las primeras olimpiadas de esta disciplina se celebraron en e1912 y a partir del 1952 pudieron participar hombres y mujeres.
Las competiciones se realizan en una pista blanda de 60 metros de largo por 20 de ancho y se penalizan los errores que el caballo pueda cometer o el excederse del tiempo.
Algunos de los movimientos que se desarrollan en la doma clásica son:
– Piaffe: Trote elevado que se realiza sin que el caballo avance.
– Capriole: Pirueta que consiste en que el animal da un brinco con las patas delanteras y las traseras estiradas.
– Passage: El caballo gira despacio mientras un par de patas se apoyan en el suelo y las diagonales opuestas están en el aire. Existe una variedad denominada Pirueta en la que el caballo gira sobre sí mismo.