Si decidimos adoptar un perro, puede que nos encariñemos con uno que ha sido maltratado física o mentalmente o de ambas formas. Esta experiencia le habrá marcado, por lo que se mostrará nervioso, asustado y puede incluso que agresivo para disimular el miedo y la inseguridad y el recelo que siente hacia nosotros, pues no debemos olvidar que quien le ha infringido el maltrato ha sido otra persona.
Si queremos reeducarlo y ayudarle a adaptarse a su nuevo hogar, deberemos, en primer lugar, tener grandes dosis de paciencia y comprender cómo se siente el animal, para lograr que confíe en nosotros y que pueda vivir una vida libre de esos sentimientos. Por ello tendremos que dirigirnos siempre al animal con tono suave y siempre debemos evitar que la agresividad acompañe a nuestro tono al expresarnos.
Así mismo, nunca deberemos gritarle, ya que los gritos y ruidos seguramente habrán formado parte del maltrato al que ha sido sometido, y si lo hacemos, lo asustaremos más e impediremos que, poco a poco, vaya confiando en nosotros.
También es importante que, al trabajar con él, no realicemos movimientos bruscos, sobre todo si el animal ha sido maltratado físicamente, ya que si lo hacemos así puede interpretarlo como un intento de golpearle o de atacarle, y puede reaccionar de un modo inesperado. Caminar lentamente hacia él, dejar que huela nuestra mano antes de acariciarle, y movernos lentamente le ayudarán a acostumbrase a nuestra presencia.
Los largos paseos le ayudarán a relajarse y a eliminar tensión, además de asociar nuestra compañía a algo placentero por lo que, preferiblemente deberemos pasear en parques o entornos naturales donde el perro pueda disfrutar más.
En todo lo que hagamos con el animal, debemos ignorar las conductas negativas y reforzar las positivas, mediante premios o caricias, lo que ayudará al animal a perdernos el miedo que pueda sentir hacia nosotros.