Los perros, al igual que nosotros, pueden desarrollar cataratas, que son opacidades anormales tanto del cristalino como de su cápsula. Las cataratas pueden ocasionar tanto una pequeña mancha como la opacidad total del cristalino. Normalmente afectan a los dos ojos y pueden terminar ocasionando ceguera.
Todos los perros pueden desarrollarlas, pero existen algunas razas más propensas para ello, como son Cocker Spaniel, Husky Siberiano, Bichon Frise, Fox Terrier, Golden Retriever y labrador.
Según la edad en la que aparecen las cataratas pueden ser:
– Congénitas, que se dan desde el nacimiento del perro y no suelen ser progresivas.
– Juveniles: aparecen entre los primeros meses de vida del perro y los seis años.
– Seniles: aparecen en los perros a partir de los ocho años de vida.
Las cataratas se detectan a través de un examen ocular que realice el veterinario, por lo que si ya las apreciamos en los ojos de nuestro perro significa que ya han comenzado a desarrollarse o se han desarrollado ya. Por ello es importante realizar un chequeo periódico de los ojos de nuestra mascota, sobre todo si pertenece a una de las razas de riesgo.
También deberemos estar atentos a cualquier cambio en el comportamiento de nuestra mascota que nos pueda indicar que está perdiendo la visión y deberemos examinar sus ojos con regularidad. Si encontramos cualquier indicio que nos haga sospechar, deberemos acudir al veterinario.
Una vez que la enfermedad se haya manifestado, la única solución es la cirugía consistente en la escisión quirúrgica, el mismo procedimiento que se usa en humanos. Hoy día, gracias al avance de la ciencia es posible realizar esta operación mediante ultrasonidos, pero no debemos olvidar que, cualquiera que sea la técnica el perro necesitará un tiempo de reposo visual tras la operación para lograr una curación completa.