Aunque las serpientes están rodeadas de un halo de misterio que parece hacerlas invencibles y casi habitantes de otro mundo, son, como cualquier otra mascota que tengamos en casa, susceptible de padecer enfermedades.Por ello es importante observarlas para verificar cualquier cambio en su comportamiento, como una apatía extrema u observamos que ha cesado de mover la lengua como lo hace habitualmente, son síntomas de que puede estar enferma, por lo que es necesario someterla a un examen para determinar su estado de salud. Las dolencias más habituales que puede sufrir una serpiente son:
– Quemaduras: A todos los reptiles les gusta el calor y la serpiente no es una excepción, pero no tienen muy desarrollados los sensores que les indican que se están quemando, por lo que las quemaduras son habituales. Normalmente las quemaduras se deben tratar con antibióticos y antisépticos y debe ser siempre el veterinario el que determine la gravedad de la quemadura.
– Parásitos: Es muy habitual que sufran infecciones por garrapatas o diferentes variedades de ácaros, sobre todo cuando la serpiente acaba de llegar de su país de origen. Las garrapatas suelen ser de pequeño tamaño y habitualmente no suponen una molestia para la serpiente, pero pueden favorecer la aparición de otros parásitos. Los ácaros sí pueden suponer problemas más graves de salud para las serpientes, desde el debilitamiento por pérdida de sangre, enfermedades pulmonares o ceguera. Por ello es necesario asegurarnos de que el animal está correctamente desparasitado.
–Disecdisis o muda incompleta: Puede deberse a diferentes causas, desde una mala alimentación a procesos infecciosos o a parásitos. Es necesario retirar la muda retenida con mucho cuidado, para no dañar al animal.
– Enfermedades respiratorias: En estos casos nuestra serpiente respirará con la boca abierta y escucharemos silbidos cuando respire. Normalmente se debe a problemas de humedad y será el veterinario quien nos indique el tratamiento adecuado.