El ser humano siempre ha sentido fascinación por las serpientes, por sus cualidades y habilidades, y es esta fascinación la que las ha terminado convirtiendo en mascotas que comparten nuestros domicilios. Sin embargo, no debemos olvidar que la serpiente es un depredador, por lo que deberemos tener en cuenta una serie de puntos antes de adoptarlas como mascotas:
Si tenemos la oportunidad, lo mejor es ponernos en contacto con personas que ya sean propietarias de una serpiente e informarnos todo lo posible sobre las características, costumbres, cuidados y peligros que pueda entrañar la especie que queremos adquirir.
Podemos optar entre muchas clases, pero la serpiente más utilizada como mascota es la boa constrictor, debido a su docilidad y a que es muy fácil cuidarla. Sin embargo deberemos tener en cuenta que muchas de estas especies alcanzan gran tamaño, por lo que, en caso de que se escapen del terrario, pueden resultar peligrosas.
Lo primero que deberemos tener en cuenta es que, al ser un reptil, las serpientes no controlan su temperatura corporal, por lo que deberemos mantenerlos en un entorno cuya temperatura oscile entre los 20 y los 40 grados, dependiendo de la especie de que se trate.
Otro aspecto importante es preguntarse si estamos dispuestos a alimentar a nuestra serpiente con presas vivas, ya que si se las damos muertas no se las comerá, por lo que deberemos proveerlas de ratas, ratones y grillos, entre otros alimentos.
En casa podremos tenerlas en peceras horizontales o en cajas de madera cuyo suelo hayamos cubierto de gravilla fina. Deberemos distribuir zonas a diferentes temperaturas y dejar lugares donde la serpiente pueda ocultarse. Deberemos ser muy cuidadosos a la hora de manipular la pecera cuando realicemos la pecera o introduzcamos la comida para no dejar puertas abiertas o rendijas por las que la serpiente se pueda escapar.