Entre los cuatro y los nueve meses, aunque esto puede variar según las razas, los perros cambian los dientes de leche por los dientes definitivos. Durante este periodo, el animal suele sentir dolor de encías y, para mitigarlo, es habitual que mordisquee aquello que encuentre a su alrededor.
Dado que es un proceso natural y que el perro tiene necesidad de hacerlo, debemos controlar qué es lo que mordisquea para evitar que se convierta en una trituradora de cualquier objeto que encuentre a su alcance.
Nunca deberemos darle zapatos, calcetines o juguetes de niños viejos, ya que el animal no las distinguirá de las nuevas y la emprenderá con ellas a la menor oportunidad. Lo mejor es proporcionarle juguetes o pelotas para morder, de forma que pueda hacerlo sin causar ningún problema.
Si le compramos juguetes, debemos asegurarnos de que no presentan bordes o aristas que puedan dañar al animal, así como de que no presentan ninguna toxicidad que pueda poner en peligro su salud, especialmente en lo que se refiere a las pinturas o colores, por lo que siempre deberemos comprar juguetes homologados por la CE.
Otro juguete que hará las delicias del animal son los huesos. No le daremos nunca huesos de pollo, ya que se pueden astillar al masticarlos o al tragarlos y provocarles alguna lesión. Los mejores, que suelen mantener mucho tiempo entretenido al animal son los de jamón, aunque siempre debemos darle uno adecuado a su tamaño.
Aún así, puede que el animal muerda objetos como patas de muebles, mandos a distancia, etc. En ese caso, cuando le veamos haciéndolo, debemos apartarle diciéndole «no» de forma contundente y entregándole el juguete u objeto que queremos que muerda. Para lograr resultados debemos ser constantes y reprender al animal siempre que lo veamos y premiarle con caricias cuando muerda sus juguetes.